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lunedì 30 maggio 2011

Gran Logia Femenina de Espàna.

VALORES FEMENINOS Y PROGRESO SOCIAL
Abordar esta cuestión de la mujer, significa examinar aunque sea brevemente, el
papel que las sociedades patriarcales han concedido a las mujeres, al trabajo
femenino y a sus aportaciones al conjunto de la vida social y productiva. Un tiempo
presidido por una visión cartesiana dualista del mundo, cuyos valores dominantes en
el plano social, definidos desde la visión masculina y occidental del mundo, tuvieron
la pretensión de servir como valores universales que alcanzasen a todos los seres
humanos (pretensión, que por cierto, se sigue manifestando, desde quienes tienen el
poder en la sociedad de la globalización)
El momento actual que vive la humanidad se manifiesta a través de una polarización
entre una cosmogonía patriarcal y una matriarcal enfrentadas, como una solución al
reclamo de hacer justicia al mito de los orígenes de la creación, el cual excluyó el
principio femenino de la misma. Hasta que no se produzca una síntesis integradora y
transmutadora que incluya este principio y la única forma de entender el origen del
mundo creado por la manifestación de dos energías complementarias, la humanidad
no encontrará salida a los conflictos. Los antiguos mitos han originado una mente
dividida, al elegir un arquetipo masculino convirtiendo al femenino en
irreconciliable. El proceso de lucha por la igualdad efectiva de derechos de la mujer,
exige un cambio profundo de mentalidades y pautas de comportamiento y acción
social. La necesidad de pasar de un imaginario de oposición y confrontación donde
predominan valores tradicionalmente considerados como masculinos, a uno de
alianza flexible y cooperante, con una presencia importante de rasgos y valores
considerados tradicionalmente como femeninos es necesario.
Difícilmente en la sociedad actual se puede hacer una distinción de valores en
progreso social, entre los que trasladan, defienden o luchan por ello mujeres y
hombres, mas bien el verdadero interés radica en la aplicación de estos valores, en
los que sin querer ser demasiados severas, constatamos que el avance en igualdad
entre ciudadanos de diferente sexo o condición, aún deja campos de actuación en los
que hay que trabajar y progresar. La mujer se ha visto y se ve obligada a tomar roles
masculinos para ser admitida en el mundo y con su persistencia, acabará
modificando su entorno social. La mujer actualmente reclama y asume su condición
femenina.
El reto de esta oportunidad pasa por saber, qué no queremos perder y de que
connotaciones ancestrales nos queremos liberar, como la sumisión, la inhibición, etc.
y no perder otras como pueden ser la habilidad emocional, la inteligencia intuitiva.
Pero no solo se trata de redefinir nuevas feminidades y masculinidades, se trata
también de restituir los valores asignados al género femenino en cuanto a la
igualdad con los masculinos- Debemos recuperar e incorporar en el ámbito público
los valores que han sido relegados, junto con las propias mujeres, al ámbito de
aquello considerado privado.
La resistencia femenina y los esfuerzos de tantas y tantas mujeres para cambiar el
estado de la cuestión, ha logrado que la sociedad patriarcal aceptase, lo que
aparentemente es un status de igualdad en el campo socio laboral, pero que visto
más útilmente es tan solo la incorporación de la mujer a un mundo de valores y
prácticas masculinos, tanto en las ofertas a las que puede acceder al empleo, como
en los aspectos de proyectos, en los horarios, en los valores que priman en las
empresas, pero hay que preguntarse ¿es coherente con la utopía femenina, una
liberación del segundo sexo, producida al precio de parecerse al primero?. Está
claro que queda mucho camino por recorrer, hemos conquistado un espacio, hemos
ocupado un nicho ecológico en un mundo regido por la lógica masculina, pero
todavía tenemos pendiente la redefinición de las reglas del juego.
Para que todo esto se desarrolle es fundamental estar en el marco de una sociedad
laica y librepensadora, en donde exista el respeto a la diversidad, para poder
convivir en armonía, donde el dogmatismo religioso no interfiera con el desarrollo
de estos valores y donde no tengamos que llevar a cuesta el peso de las tradiciones.
Mientras la sociedad patriarcal divide, la sociedad matriarcal engloba, une y el
hombre, lejos de estar a la altura de la evolución, va asumiendo un rol más humano
y comprensivo. En definitiva el hombre evoluciona porque la mujer le enseña y en
parte le obliga a hacerlo, ya que al fortalecerse en su lucha, modifica con ello la
sociedad. Para conseguir este modelo es necesario lo siguiente:
– Romper con la visión central y jerarquizada del patriarcado
– Defender la cultura de la diferencia y de la homogeneización
– Plantear una nueva mirada de la realidad, desde varios puntos, distintas
visiones y pensamientos laterales
– Pasar de objeto a sujeto de la historia que construimos
– Revitalizar la cultura del éxito y del control, aceptando que la vida es algo
complejo de sujetar
– Integrar el pensamiento lógico, con el intuitivo y el artístico, lo que nos
ayudará a tener una capacidad mucho más rica de interpretar el mundo y
estar en él.

Es necesario para todos, refundar el espacio femenino, feminizar la sociedad, que no
pasa solamente por la conquista de la igualdad, pasa además por reinventar y
recrear a diferencia, por la vuelta al sistema de valores, modificando el predominio
de unos sobre otros. Ello supone poner en pie una transformación cultural profunda
que tienda a conseguir una mayor equidad, paz y sostenibilidad en el sistema de vida
compartido. Redefinir nuestras raíces y nuestros roles lo debemos hacer las mujeres
y los hombres juntos, pero también como mujeres no es necesario un espacio propio,
para reconstruir en plena libertad nuestra propia condición de mujeres, rescatando
en nosotras y para el conjunto de la sociedad “la polaridad femenina de la
existencia”
Está en marcha,no sin dolor, la construcción de un modo femenino de gobernar
socialmente, de gestionar la administración, de llevar adelante las empresas... un
modo femenino que no debe ser la clonación de los valores competitivos masculinos
y patriarcales, sino que sean una verdadera propuesta para un cambio de paradigma
colectivo, así los modelos masculinos/racionalistas, deben abrir paso a las ciencias
que abordan la complejidad. La comprensión de la vida como fenómeno indisociable
es esencial en el mundo femenino, un mundo en el que se practican distintas tareas,
con intrincados procesos de conciliación de los tiempos... un mundo en el que el
desorden convive y fecunda al orden. No hay que buscar la liberación femenina, sino
contribuir a la emergencia de nuevas formas de ver el mundo y estar en él.. Este es
un reto a nuestro conocimiento, pero también una deuda histórica que está inscrita
en el corazón mismo de cada mujer:” ser sujetos en un mundo, donde ningún ser
humano, siga siendo objeto”, contribuir a la creación de condiciones de vida dignas
que aproximen a todas las mujeres a su condición de artífices de su propio destino,
de dueñas de su cuerpo y de su historia.
Madrid, 29 de Marzo del 6010